Luego a cada niño en su plato le pusimos todas las frutas para que pudieran hacer tranquilitos en su sitio una brocheta a su gusto. Les dijimos que en la brocheta sólo pusieran las frutas que quisieran comer y sorprendentemente las brochetas eran grandes y completas. Muchos niños se animaron a probar frutas que antes no habían comido.
Y una vez degustada la fruta tan deliciosa dimos paso a la creatividad y con la lechuga y trocitos de frutas crearon sus propios platos. Disfrutaron muchísimo.
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